En 1996, Aki Maita diseñaba un aparato electrónico con la forma y el tamaño de un huevo que tenía una pantalla en blanco y negro pixelada, donde se podía ver a una mascota virtual. Había nacido el tamagotchi.
Muchos de nosotros recordamos ese juguete que teníamos que alimentar para que no muriese. Quizás esto de las redes sociales y de los blogs, en particular, se parezcan bastante a él. Enlaces, imágenes, comentarios…esa búsqueda incansable de algo nuevo para ser el primero en contarlo. Ser el primero. Todo para que nuestra vida digital florezca cada día, que consigamos nuevos seguidores y fomentemos nuestra reputación online.
Este es nuestro mundo. Un mundo digital de ceros y unos, donde los abrazos se dan con emoticones y las caricias van codificadas entre líneas de texto. Alimentar a la bestia para que no se produzca esa temida muerte digital.
Facebook, twitter, pinterest, linkedin, instagram son los distintos nombres para ese animal; pero no te confundas, es el mismo ser disfrazado de distinta manera. Un ladrón de tiempo que te ahoga, que te atrapa y que te hace creer que eres feliz, que tienes amigos nuevos o que le importas a alguien que está a miles de kilómetros.
La bestia se apodera de tu voluntad y de tus emociones. Sientes lo que te dicen que sientas con un hashtag. Compras lo que está de moda, viajas según las últimas tendencias o donde tus blogs de referencia te han dicho que lo hagas. Restaurantes, libros, música; da igual lo que sea. Tú dejas de ser tú. Eres parte de ese código fuente y ya no puedes escapar de él.
Es entonces cuando despiertas y te das cuenta que todo ha sido un sueño, un mal sueño. Nada ni nadie va a influir en lo que hagas ni en cómo piensas. Te sientas delante del ordenador, abres el wordpress y das rienda suelta a tu imaginación. Vas a mostrarle al mundo de lo que eres capaz de hacer. Vas a dar comienzo con tu blog.
Escribir reseñas de los restaurantes donde has ido a comer, fantasear con las cosas que te gustan, subir fotos de esos lugares mágicos que has visitado y compartirlas con cada uno de los seguidores de tus redes sociales.
Porque tú lo has decidido, porque nadie te ha dicho lo que hagas, porque eres un ciudadano digital libre que es capaz de pensar sobre sí mismo. Que controla, que puede olvidar el móvil al salir de casa y no volver a recogerlo. Que tiene varios cargadores para sus dispositivos electrónicos, pero por si acaso. Eres libre.
Es entonces cuando despiertas y te das cuenta de que todo ha sido un sueño. Un eterno sueño.